General Méndez García: se vale llorar

Cuando el jefe del COE rompe en llanto tras concluir el rescate en Jet Set, entendemos, que incluso en la cima del mando, hay espacio para la pena, el alivio... y la humanidad. Se vale llorar. Y también se vale sentir orgullo de ser dominicano.

General Méndez García: se vale llorar
MAYOR GENERAL (R) JUAN MANUEL MÉNDEZ GARCIA: FUENTE NOTICIAS SIN

Hoy, el país entero fue testigo de algo profundamente humano: el Mayor General (R) Dr. Juan Manuel Méndez García, director del Centro de Operaciones de Emergencias, rompió en llanto al dar por concluida la etapa de rescate y recuperación de víctimas tras la tragedia del Jet Set.

No fue un llanto cualquiera. Era la mezcla cruda de lo que muchas veces no se dice: dolor por las vidas perdidas, pena por todo lo que no se pudo evitar, pero también una satisfacción humilde y serena de haber hecho lo correcto. De haber cumplido con la misión.

En su voz quebrada, en ese instante sin coraza, vimos reflejada la fibra emocional de un país entero. Porque se vale llorar. Porque cuando la empatía nos atraviesa, no hay uniforme, rango ni cargo que nos proteja del dolor de los otros. Ni debería.

La tragedia del Jet Set dejó más de 280 fallecidos, cientos de heridos y un luto nacional. Pero también despertó lo mejor de nosotros. Desde los equipos de rescate que trabajaron sin descanso, hasta los ciudadanos que ayudaron sin mirar a quién, lo que vimos fue un pueblo que sabe sentir con el otro.

"Cuando hasta los más fuertes lloran, el país entero entiende que sentir no es debilidad: es el verdadero poder que nos une."

Y eso es la empatía: ese músculo invisible que se activa cuando el dolor ajeno se vuelve propio. Que no cura, pero acompaña. Que no borra el duelo, pero lo alumbra.

Hoy vimos que la empatía no debilita. Nos hace fuertes. Nos hace humanos. Nos une.

El gesto del General Méndez García es, quizás, lo que mejor resume estos días: que hasta los que están formados para sostener a los demás también necesitan soltarse. Que el corazón no pide permiso para doler. Y que en ese dolor compartido hay también una esperanza: la de seguir siendo un país donde el dolor de uno se convierte en la responsabilidad emocional de todos.

Que no se nos olvide: se vale llorar. Pero también se vale sentirse orgulloso de quienes somos cuando decidimos no mirar para otro lado.

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