Cansancio mental: cuando la mente se cansa sin avisar
Hay días en que todo parece normal, pero la cabeza no da para más. Pensar también agota, aunque a veces ni lo notemos.

Hay días en los que me despierto sin dolor de cuerpo, sin gripe, sin nada raro… pero igual me siento drenado.
No es físico. Es como si tuviera la cabeza cargada. Demasiadas ideas, decisiones, planes.
Últimamente he estado muy concentrado en mejorar procesos en la empresa. Viendo qué cosas podemos hacer mejor, qué capacidades tenemos sin usar del todo, cómo organizar mejor el trabajo para avanzar más. Es un trabajo que me motiva, sí… pero también me deja mentalmente agotado.
A eso se suma que estoy organizando un evento deportivo. No es algo complicado, ni pesado, y hasta me entusiasma, pero cuando se junta con las responsabilidades del día a día, también se siente.
Y me di cuenta de que estaba mentalmente cansado no por algo grande, sino por lo pequeño. Por lo mucho que me cuesta tomar decisiones sencillas. Porque siento que mi mente no quiere pensar en una cosa más. Como si estuviera llena.
Lo curioso es que uno no siempre se da cuenta cuando está así. Si no duele, si no se ve, lo ignoramos. Pero sí, pensar también cansa. Y cuando lo hacemos de forma constante —aunque sea en cosas buenas— la mente también necesita descanso.
No tengo ninguna receta hoy. Solo quería escribirlo. Ponerlo en palabras me ayuda a entenderlo mejor. Y recordarme que también necesito momentos para desconectar un poco, aunque sea solo para dejar de pensar por un rato.
